Con mis cosas pa' otra parte.
- Janin Ricoveri
- 4 may 2019
- 3 Min. de lectura
Caminando por las desconocidas calles del centro de Lima, Andrea y yo conseguimos esa misma semana un hermoso lugar de estreno en un piso 14 de un condominio muy bonito cuyas habitaciones estaban alquilando. Éste constaba de 4 habitaciones, 2 baños, y una cocina. Todo con diseño muy moderno y elegante, ubicado en la Avenida Colonial a pocas cuadras de la Plaza 2 de Mayo. Fuimos las primeras en alquilar en el departamento y elegimos la habitación más grande. Esta venía con baño incluido, una cama grande y un pequeño mueble... Y solo pagamos 100 soles adicionales porque la habitación era para 2 personas, y nosotras éramos 3. Así que de esta manera empezó mi primera deuda para poder pagar un 1x1.
El precio incluía el uso de la cocina, el agua caliente, el wifi (muy importante!!), y el resto de las áreas del departamento. Ah! y los servicios eran pagos extras. Pero no estábamos solas... El dueño vivía allí, con nosotras, pero viajaba constantemente (porque no era de Lima), así que nos sentíamos "a nuestras anchas", libres y cómodas. Todo iba perfecto para ser nuestro primer hogar, pero no contábamos con una nevera ni con una lavadora, por lo que nos tocaba entonces ir a la lavandería del edificio y nuestro menú no era muy variado que digamos: Vivíamos al día, comprando solo lo que íbamos a almorzar o cenar.
Esa misma tarde, después de instalarnos en nuestro nuevo hogar, salimos a buscar trabajo. Si... No había descanso que valiera. Pero la suerte seguía de nuestro lado, y conseguimos trabajo a unos a 10 minutos de distancia, lo que nos permitiría ahorrarnos el pasaje. Pasaron los días, las semanas, y al mes llegaron unos nuevos inquilinos, que resultaron ser amigos de Andrea. Dos diseñadores gráficos venezolanos. A partir de ese momento todo empezó a ser un poco más divertido, bromeábamos mucho al llegar del trabajo, contábamos como nos había ido en el día, en fin. Éramos 5 ahora y conversábamos hasta dormir.
¿Cómo era mi rutina diaria? Despertaba a las 8:00 am, desayunaba, me arreglaba y de inmediato salía porque entraba a trabajar a las 9:00am. Por suerte, nuevamente, las 3 trabajábamos en el mismo sitio. A las 8pm. salía del trabajo y llegaba a mi casa a cocinar mi almuerzo del día siguiente. Al terminar me duchaba y empezaba a trabajar en mis diseños freelance hasta quedarme dormida. Y así transcurría mi vida de lunes a sábado.
Las semanas pasaron y la situación empezó a tornarse un poco incomoda por situaciones de convivencia con el dueño: Que si la limpieza de la cocina, que si la ropa colgada en la ventana, entre otras cosas. Luego, con el pasar de los meses, al pagar los servicios, empezamos a notar que algo no venía cuadrando bien, hacíamos comparación de costos con nuestros conocidos y nos dimos cuenta que nos estaban cobrando mucho y se suponía que era un pago compartido, sin mencionar que cuando nos atrasábamos con la mensualidad debíamos pagar 10 soles de multa por día de atraso. Al enfrentar al dueño, después de varios meses, no encontró manera de justificar que, si nos estaba cobrando más de lo que debía, y se excusó con un simple: "Ay!!! no me había dado cuenta". "El arte de la viveza peruana", como dicen, ¿no?.
Como me dijo mi papá en algún momento: "No todo es perfecto hija mía" y nuestra tranquilidad no duró mucho. De pronto, el ambiente se hizo raro, incómodo con el dueño del apartamento, podías cortar la tensión reinante con un vidrio. Empezamos entonces a tratar de evitarlo. Es así como la paz y la tranquilidad se trastoco en algo muy distinto, con el señor que nos alquilaba y hasta con nuestros vecinos de habitación quienes, "desde los miércoles hasta los domingos”, empezaron a escuchar música a todo volumen en un marco de risas, carcajadas y gritos desaforados. (Aunque nunca nos molestó mucho el hecho que hicieran ruido, si nos molestó el que nunca nos invitaran a sus fiestas, je je).
Y así, muchos detalles más que contar, pero para no hacer ésta historia tan larga, sólo diré que las situaciones con el dueño se pusieron más intensas, hasta el punto de tocarnos la puerta los domingos a las 7am. para cobrarnos el alquiler, también metió un amigo de él como nuevo inquilino, los vigilantes se volvieron acosadores, y los reclamos de la administración del edificio empezaron a surgir por temas que no se nos hacían saber oportunamente.
¿Qué paso cuando se nos venció el contrato de alquiler? Obviamente, no hubo renovación alguna, y anticipando tal hecho, optamos por buscar un nuevo hogar (y como era de esperarse, el "señor" nos descontó injustamente parte de la garantía). Finalmente alquilamos un “Uber Van” y nos mudamos para el que sería, por fin, nuestro 1er departamento.

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