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Mi trabajo de una semana.

  • Foto del escritor: Janin Ricoveri
    Janin Ricoveri
  • 12 abr 2019
  • 3 Min. de lectura

Actualizado: 23 abr 2019

Si mal no recuerdo, al tercer día de haber llegado a Lima, mis compañeras de viaje, Andrea, Elena y yo, logramos conseguir trabajo, que, para mayor suerte, nos permitiría estar a las 3 juntas. Era una una empresa que hace gigantografías en la Avenida Wilson en el Centro de Lima, donde la dueña del negocio requería de personal creativo. Así que empezamos a modo de prueba con la idea clara de que solo una de nosotras se quedaría.

Muy emocionadas por nuestra primera aventura laboral y por lo rápido y bien que se estaban dando las cosas, comenzamos a trabajar. Les aclaro, que las 3 somos diseñadoras gráficas y fue un golpe de suerte que nuestra primera experiencia laboral fuera de Venezuela fuera ejerciendo nuestra propia carrera.


¿Saben? la primera impresión en un trabajo siempre es importante... Verdad? Pero no hablo de la primera impresión que nosotras debíamos dar, si no de la excelente impresión que nos causó la señora Beatriz, nuestra jefa. Se mostró muy amable y servicial... Ese primer día las 3 estábamos encantadas por toda la novedad del asunto en cuanto a la ciudad, al lugar de trabajo y la gente que nos rodeaba. No podíamos dejar de contar a nuestros familiares lo feliz que estábamos debido a cómo empezaba nuestra estadía en Lima. Pero a veces la felicidad es efímera, dura muy poco, y en nuestro caso, no esperábamos lo que estaba por ocurrir en los siguientes días.


En esa primera jornada laboral empezamos a trabajar a las 9am tal cual como nos habían indicaron, (y llegamos muy puntuales a pesar de estar viviendo en Salamanca, un lugar muy retirado de nuestro centro de labores. El día transcurrió de una excelente manera: Atendiendo clientes, diseñando como nos gustaba, creando con libertad y compartiendo entre nosotras. Acercándose las 6pm, hora de salida, nos informa la señora Beatriz sobre unos trabajos de último momento que requerían de diseño de manera urgente. A pesar de nuestra preocupación por la distancia en cuanto a nuestro domicilio, la hora de salida, y tomando en cuenta que aún no conocíamos la gran ciudad de Lima, no nos quedó de otra que aceptar y quedarnos hasta terminar, pero no contábamos con que una vez finalizado el trabajo encomendado nos harían 3, 4 y hasta 5 modificaciones hasta realmente terminar. Eran las 9pm. cuando estábamos tomando el taxi que nos debía llevar a nuestra habitación.

Y así llego el segundo, el tercero y el cuarto día y seguíamos saliendo entre las 9 y 10pm, lo cual nos parecía injusto sobremanera. Pero, ¿Qué opción teníamos? Era trabajo digno, y a eso vinimos. La cosa se fue complicando cuando nos tocó buscar departamento.

Teníamos menos de 5 días para mudarnos y trabajando hasta las 9pm no teníamos el tiempo suficiente para ir a buscar otro departamento. Los días pasaban y el agotamiento se hizo eterno. Sentíamos que no podíamos descansar las horas que el cuerpo necesitaba.... Nos estaban explotando.

¿Se ven despertando a las 5am para poder llegar puntuales a su trabajo y de la misma manera salir a las 10pm todos los días? Pues, a pesar de que las 3 sabíamos trabajar bajo presión, era algo nuevo para nosotras, pero la motivación para seguir adelante era inmensa... Y se llama familia.


Al quinto día de trabajo la Sra. Beatriz notó nuestro esfuerzo y quiso dejarnos a las 3 trabajando para ella. Nos ofreció un sueldo semanal y el mismo horario que se había hablado desde un principio. Nuevamente aceptamos emocionadas y felizmente podíamos seguir juntas.


Pasaron los días y seguíamos sin tener a donde mudarnos, y la explotación laboral venía siendo la misma. No se cumplía el horario propuesto hasta las 6pm. Entonces nuestra jefa, notando nuestro estrés, nos ofreció ayuda para buscar alquiler, pero ésta nunca llegó. Con el tiempo entendimos que en Lima consideran más lo que llaman La Mano de Obra Barata, y esa es la que consiguen con los venezolanos inmigrantes, es una manera de aprovecharse de la necesidad que de alguna manera tenemos, trabajar mucho por poco, pero siempre recibiendo "algo" porque después de todo, "peor es nada". Así que al cumplir la semana decidimos cobrar los días trabajados y renunciar.


Con lo que nos pagaron nos alcanzó hasta conseguir un cuarto a donde mudarnos y un trabajo nuevo. Siempre recordaremos esa experiencia como mala, como triste y abusiva... Y apenas empezaba nuestra aventura en Lima.





 
 
 

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