top of page

¿Nos vamos?

  • Foto del escritor: Janin Ricoveri
    Janin Ricoveri
  • 27 mar 2019
  • 5 Min. de lectura

Actualizado: 5 jun 2019


Esta es la historia que dirá como fue que en realidad salí de Venezuela hacia una “mejor situación”…. Empecemos.


A mediados de Enero del 2018, eran vacaciones y me enteré que mi amiga Andrea había planeado renunciar a su actual trabajo y viajar a Perú con su papá ya que contaban con algo seguro en cuanto a trabajo y estadía. Además que dicho plan ya tenía fecha y estaba a una semana de hacerse realidad.


Me tomó por sorpresa ya que fue una decisión muy repentina y lo fue aún más cuando me invitó a acompañarla en ese viaje. Irme del país era uno de mis planes de ese año, pero no tan pronto como la vida me lo presentaba en ese momento, asi que me quedé pensando esa propuesta y lo consulté con mis padres, y como era de esperarse recibí su apoyo incondicional.


Ese mismo día decidí irme, luego de unos días se lo comenté a mi otra amiga Elena y ella también se animó a venir con nosotras, días después se animó su primo, así que al final eramos 5 personas las que nos aventuraríamos a esta gran mudanza internacional.

No pudimos cumplir con la fecha de inicio de viaje, por unos papeles que tuvimos que poner en orden y de esta manera fue como nuestro viaje se retrasó una semana. Algunas personas que ya se habían ido del país, se enteraron de nuestra aventura y al saber que sería un viaje por tierra nos aconsejaron de los posibles riesgos y peligros al momento de cruzar la frontera Venezolana (cabe destacar): como robos (por la guardia nacional), estafas, colas y caminatas muy largas, aparte del posible desmayo que podía ocurrirnos al cruzar la frontera inundados de un mar de gente. Es por ello que cautelosamente tomamos precauciones: como equipaje ligero, hidratación y medicinas, sin mencionar la forma en como nos tocó a cada uno de nosotros ingeniárselas para ocultar los dólares que llevábamos para el viaje.


Lo curioso fue que después de un viaje de 18 horas llegamos a la frontera con Colombia todo lo que nos habían dicho, todo sobre lo que nos habían advertido no pasó; nuestra salida fue fácil, aunque ya íbamos dispuestos a todo. En la frontera, nos asesoraron sobre el orden de nuestros papeles para poder salir de Venezuela; hicimos una cola de 30 minutos aproximadamente para sellar pasaporte y cuando nos dimos cuenta ya estábamos en Colombia. Nada de lo que nos habían comentado o para lo que nos habíamos mentalizado sucedió. Doy gracias a Dios por eso.


Una vez en Colombia compramos rápidamente nuestro pasaje y esa misma noche salimos rumbo a Ecuador. Fue un viaje largo y esa noche en particular, muy peligrosa. Nos habían advertido de las peligrosas curvas de Colombia, sobre una carretera exageradamente estrecha, pues, imagínense el autobús en el que íbamos chocando a las 3am contra un camión ocasionando un accidente en plena curva, donde del lado derecho estábamos a no más de un metro de distancia de las altas montañas y del lado izquierdo un profundo abismo donde pudimos haber caído. Nos despertamos asustados y con el corazón en la boca no volvimos a dormir después de ese susto.

El bus accidentado, llegó como pudo a un pueblito en “Bucaramanga” a eso de las 7am para poder hacer un trasbordo, luego de pasar largas horas sin mas nada que inventar juegos con cartas de Pocker, aproximadamente a las 2pm continuamos nuestro viaje en otro bus.


Viajar desde tu país, cruzar 2 más para llegar a un tercero no es algo que mantenga tus hábitos diarios. Bañarse es un privilegio si es que tienes el dinero para pagar ese plus y bueno tienes que recordar que saliste de un país con dinero medido y que llegaras a otro con solo o menos de lo suficiente así que no es fácil y menos si te gusta bañarte 2 veces al día como a Elena.


Cuando cambiamos de bus para ir a Ecuador, nos sentimos estafados ya que nunca contamos con los servicios que nos ofrecieron, prácticamente estuvimos 2 días incomunicados con nuestros amigos y familiares, pero, ¿saben qué? atravesar Bogotá de noche, no tiene precio y mucho menos apreciar en tempranas horas de la mañana pueblitos pintorescos y donde la combinación de fauna y vegetación eran una maravilla, todo un poema. Definitivamente un país que volvería a visitar.


Pasamos de ese cálido clima para adentrarnos en el frío clima de Rumichaca. Si, “Bienvenidos a Ecuador”. Al llegar a la frontera con Ecuador, nos tocó hacer una cola por mas de 5 horas para sellar pasaporte, donde después de aceptar el lindo gesto de un Ecuatoriano al ofrecernos un chocolate caliente debido al frio que no hacía más que aumentar, conocimos a muchas personas con diversas historias que ayudaron a que el momento fuera un poco mas agradable. Algo que a mi parecer nos caracteriza mucho, es nuestra calidez y simpatía en el trato con las personas. Por un momento se nos olvidó que nos estábamos congelando a muchos grados bajo 0.


Luego de sellar pasaporte nos dirigimos al terminal, nos asignaron el bus en el que viajaríamos y después de hacer un problema debido a que no habían espacios para nosotros 5, por fin pudimos disfrutar de un viaje muy cómodo: tenía wifi, cable, películas, asientos reclinables con buenos espacios, todo. En cuanto al paisaje de ecuador no vimos mas que puras siembras de plátano, así que no hay mucho que decir.


Salimos de Ecuador y en cuestión de minutos sellamos pasaporte de entrada a Tumbes-Perú en nuestro 5º día de viaje. Hablando de paisajes, el de Tumbes fue el peor, atravesar puras montañas de arena no fue fácil para nuestra distracción. A 24 horas de Lima hicimos una parada en Chiclayo, para almorzar, y aquí es donde se pone bueno; probé por primera vez la cocina peruana, la cuál estuvo muy rica, pero digamos que horas después mi estómago no agradeció para nada ese plato, pues me cayó fatal.


Minutos antes de seguir nuestro viaje, nos anuncian de un trasbordo improvisado por una supuesta falla técnica en el aire acondicionado del bus, algo que nos sorprendió porque ni sabíamos que había aire acondicionado, así que se imaginarán nuestra sospecha.

De Chiclayo a Lima fue todo un parto, el bus avanzaba demasiado lento, el aire acondicionad tampoco funcionaba, no habían conectores para los teléfonos, mucho menos wifi y pare de contar. Todos los pasajeros eran compatriotas y muchos estaban molestos con la situación, porque además el chofer nunca se detuvo para en todo el viaje y prácticamente en todo ese tramo no comimos nada, además tampoco nos quería dejar en el terminal designado. Sin olvidar que desde Chiclayo viaje con un malestar estomacal.

Finalmente llegamos al terminal. Fue el inicio de una nueva vida , una muy lejos de casa pero no había marcha atrás, solo quedaba afrontar el porvenir y así lo hicimos. Sólo me queda decir que estos 6 días de viaje por tierra, fueron una total aventura.


Y… ¿saben que es lo más curioso de todo esto? es que cuando Andrea me preguntó si vendría a Perú con ella, nunca le di una respuesta afirmativa y ahora aquí estoy, ganándome el día a día.



 
 
 

Comments


Post: Blog2_Post

Subscribe Form

Thanks for submitting!

+51993705040

©2019 by La Sección Literaria. Proudly created with Wix.com

bottom of page